Por Ferney Reina
Cuarto A Sede B J.T.
Miniatura del bosque soberano,
y consentida del vergel y el viento,
los campos cruzan en busca del
sustento, sin perder nunca el colmenar
lejano.
De aquí a la cumbre, de la
cumbre al llano siempre en
ágil, continúa el movimiento,
va y torna como lo hace el
pensamiento en la colmena
del cerebro humano.
Lo que saca del cáliz de las
flores
lo conduce a su celda reducida,
y sigue sin descanso
sus labores. Su dulce miel
la almacena en su colmena y
sus hijos huelen la flor de la
azucena y con su gran aguijón
¡abre hueco!
lunes, 23 de noviembre de 2009
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